Michael Lieberherr & Lila Osorio
15/02/2019
Tranque de relave El Mauro. Imagen extraída de Minería Chilena.
Con el fin de obtener los permisos para construir el
relave minero más grande de Sudamérica, la empresa
del Grupo Luksic manipuló estudios arqueológicos.
Expertos afirman que se trata de la mayor pérdida de
patrimonio precolombino en Chile, a pesar de que la
compañía construyó un pequeño museo en que se
alojan algunos objetos rescatados.
El valle de El Mauro, en la región de Coquimbo, se extiende de mar a cordillera a
la altura de Los Vilos, y corresponde a una zona de asentamiento diaguita, uno de
los pueblos precolombinos de Chile, quienes tienen presencia en el lugar desde el
año 900 d.c. El valle se caracteriza por ser el lugar donde este pueblo andino
plasmó uno de sus mayores legados: una serie de más de 2.700 petroglifos
dispuestos en casi 500 lugares diferentes, que resultan clave para la comprensión
arqueológica e histórica de su pasado precolombino.
A 25 kilómetros de Los Vilos, hacia la cordillera de los Andes, se ubica El Mauro,
una localidad homónima al valle, que hoy sirve de base para la operación del
relave del mismo nombre. En este lugar se depositan los deshechos tóxicos de
Minera Los Pelambres del Grupo Luksic, que es también donde se concentra
buena parte de todo el patrimonio de petroglifos diaguitas.
La historia parte en 2003, cuando Los Pelambres intentaba que fuera autorizada la
construcción del tranque El Mauro, para lo que se comprometió -entre otras cosas-
por medio de una resolución de calificación ambiental de la Comisión Regional de
Medio Ambiente (Corema) de La Serena, a construir un parque rupestre, donde se
albergarían todas las piezas arqueológicas encontradas en la zona en la que se
construiría el tranque. Este lugar, además, debía estar acondicionado para el
estudio antropológico y arqueológico de las piezas.
“Los elementos arqueológicos rescatados desde los sitios intervenidos por el
proyecto […] serán exhibidos en el parque rupestre que el titular ha propuesto
construir en el fundo Monte Aranda. Dicho parque estará acondicionado con la
antelación necesaria para recibir el material arqueológico procedente de los
rescates, permitiendo su estudio en gabinete y poder planificar la exhibición de los
materiales en condiciones apropiadas”, se afirma en el documento de
compromiso.
Lo que no podía ser trasladado era un conjunto de más de 200 petroglifos
diaguitas que se encuentran solo en los alrededores de la localidad El Mauro, los
que están protegidos desde 1970 bajo la categoría de monumentos nacionales.
Se fue llenando de mercurio, arsénico, plomo y sales de cianuro, entre
otros componentes tóxicos, en la misma medida en que se vaciaba de
petroglifos la zona.
Sin embargo, el gran problema es que este parque fue creado con una tardanza
de 14 años e incumpliendo la Resolución de Calificación Ambiental (RCA).
Además, hay un segundo museo -que también incumple la RCA- que se está
construyendo en La Serena, a 300 kilómetros de distancia, lo que significó
terminar sacando de El Mauro las piezas arqueológicas diaguitas encontradas, las
que, a su vez, en todo ese tiempo, sufrieron irreparables daños, al punto en que
hoy no se sabe a ciencia cierta ni siquiera cuántas son.
Lo que sí se construyó en 2004 fue el tranque El Mauro, el más grande de
Sudamérica, con un muro de 1,4 kilómetros, una superficie de 1.800 hectáreas y
una capacidad de 1.700 millones de toneladas, la que se fue llenando de mercurio,
arsénico, plomo y sales de cianuro, entre otros componentes tóxicos, en la misma
medida en que se vaciaba de petroglifos la zona.
Arqueólogos en la planilla de pago de Pelambres
Apenas se enteró que el arqueólogo Gastón Castillo, en ese entonces funcionario
de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam) de La Serena había
sido contratado por Los Pelambres para levantar la información patrimonial de la
zona y después emitiera un informe favorable a la edificación del tranque, el
arqueoastrónomo Patricio Bustamante decidió intervenir. Llegó hasta la zona de
relave y constató que hay una serie de petroglifos que no están en el informe.
“En 10 minutos vimos 10 petroglifos. Si no estaban contabilizados, quiere decir
que el mapa del informe estaba mal. Hicimos junto a otro arqueólogo la denuncia
al Consejo de Monumentos, el cual exigió hacer un nuevo estudio”, cuenta
Bustamante.
El problema escaló a Contraloría, pues desde 1997 Castillo venía realizando
trabajos esporádicos para la minera, en circunstancias en que era funcionario
público, lo que representa un claro conflicto de intereses. Así lo corroboró el
órgano contralor en agosto del 2010, tras recibir una carta de Bustamante, que
denunciaba que el trabajo de la minera incumplía la RCA, lo que le valió a Castillo
un sumario, que culminó con su renuncia voluntaria a la Dibam y una anotación de
demérito en su hoja de funcionario público. Estas anotaciones son aquellas que
dejan constancia de cualquier acción u omisión del empleado que implique una
conducta o desempeño funcionario reprochable.
Desde 1997 Gastón Castillo venía realizando trabajos esporádicos para la
minera, en circunstancias en que era funcionario público, lo que
representa un claro conflicto de intereses.
El informe de Contraloría no solo mencionó el caso de Castillo, sino que también
el de Cristián Becker, quien también trabajó en paralelo en la Dibam y para
Pelambres, a quien se sancionó con la disminución de su sueldo y también una
anotación de demérito.
El caso llegó hasta la misma directora de la Dibam y vicepresidenta del Consejo
de Monumentos Nacionales de entonces, Nivia Palma, quien la Contraloría en otro
informe de 2012 sancionó con puntos de demérito por no ejercer ninguna acción
teniendo la información del caso. “A doña Nivia Palma Manríquez, Directora de la
Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, y Vice Presidenta del Consejo de
Monumentos Nacionales, RUN N° 7.441.543.-1, la medida disciplinaria de censura
y una anotación de demérito de dos puntos en el factor de calificación
correspondiente, establecida en los artículos 121, letra a), y 122 de la ley N°
18.834, sobre Estatuto Administrativo” señala el informe de contraloría.
Por su parte Palma, que fue directora de la Dibam entre 2006 y 2010, se defiende.
“Esta situación habría ocurrido en el proceso anterior al que yo era directora de la
Dibam, y al final tuvo algunas sanciones por parte de la Contraloría. La persona
[Castillo] se fue de la Dibam”, dice. Años después, en 2016, fue designada como
ministra de Bienes Nacionales
100 arqueólogos y una nebulosa
Como el informe de Castillo no era útil y se requirió un segundo, Los Pelambres
contrató a más de 100 arqueólogos y cerca de 150 estudiantes de arqueología
para realizar un nuevo estudio. El proyecto se desarrolló entre los años 2005 y
2006, y es denominado en la página web del Parque Rupestre Monte Aranda
como el “mayor rescate de piezas arqueológicas de la historia de Chile”, con más
de 100 sitios arqueológicos distintos y unos 500 petroglifos
Pese al hallazgo, no hubo un nuevo estudio de impacto debido a que el proyecto
ya estaba aprobado en la RCA-038 y para realizar uno nuevo debían presentar de
nuevo el proyecto. Así, la construcción del relave continuó su marcha sin
inconvenientes.
“Es un sitio que no puede ser alterado porque no sabemos interpretarlo,
nadie sabe qué significan los petroglifos. Con qué derecho destruimos
cosas que no sabemos”, dice el arqueoastrónomo Patricio Bustamante.
“Es un sitio que no puede ser alterado porque no sabemos interpretarlo, nadie
sabe qué significan los petroglifos. Con qué derecho destruimos cosas que no
sabemos. Aquí llegaron seres humanos que nos dejaron algo escrito, y antes de
leerlo lo estamos destruyendo. ¿Qué van a hacer los arqueólogos del futuro? Se
van a sentar a leer los libros que estaban mal hechos”, dice Bustamante.
Además, el estudio de los arqueólogos sufrió bastantes complicaciones en su
desarrollo, la mayoría surgidas porque las instalaciones comprometidas en Monte
Aranda no estaban construidas cuando comenzaron con la remoción de piezas
arqueológicas, lo cual contravino los compromisos contraídos. Ante ello, Patricio
Bustamante escribió cartas a la contraloría.
De tal modo, la falta de un espacio adecuado de acopio y preservación llevó a que
las piezas arqueológicas se guardarán en lugares que no cumplían con las
condiciones mínimas, lo que significó un daño para diversas piezas arqueológicas
y eventualmente la pérdida de algunas de éstas.
No se sabe a ciencia cierta si hay pérdidas de piezas, pues pese a que el trabajo
exigido a los arqueólogos en terreno fue llenar a mano fichas con información de
cada pieza y luego respaldar dichas fichas en computadores, cuando el proyecto
terminó, parte de estas fichas se perdieron, al igual que la información digitalizada.
“Se empezaron a perder las fichas y nos enteramos que a los arqueólogos se les
olvidó respaldar la información de los computadores. La información que quedó,
cuando llegó gente de la minera, fue borrada en gran parte de los computadores.
Se perdieron 2/3 de los datos”, afirma Bustamante.
Este hecho generó una total nebulosa respecto de las piezas arqueológicas
catastradas. En el año 2005 se presenta la “Caracterización, Plan de Mitigación y
Compensación Arqueológica de la Plataforma y Botadero Relaveducto y
Recirculación de Aguas”, documento que señala que existe un registro de 22 sitios
arqueológicos que incluyen 448 bloques, 765 paneles y 2.788 petroglifos. En el
primer informe entregado por el Consejo de Monumentos Nacionales el año 2003
(dentro de la auditoria e inspección de la contraloría del año 2006, disponible en la
carpeta de pdfs públicos), se habla de 64 sitios arqueológicos sin mencionar
cuántos petroglifos hay. Además, en ese mismo informe se adjunta una tabla que
demuestra las múltiples diferencias en los registros.
El informe de la Contraloría del año 2012 reconoce que “no existe un detalle en el
Consejo de Monumentos Nacionales sobre el total de material arqueológico
extraído desde el fundo El Mauro, así como tampoco las unidades llevadas a las
dependencias de la Universidad de Chile (traslado que se realizó dado que las
instalaciones de Monte Aranda no estuvieron listas a tiempo)”.
Por su parte, el sitio web del Parque Rupestre Monte Aranda habla de 250 piezas
en una parte y luego de 241 en otra, contribuyendo a la incertidumbre respecto del
total de piezas en cuestión.
A este caos favoreció también un manejo totalmente inadecuado de las piezas, las
que fueron indistintamente guardadas en cajas, casas particulares y lugares de
acopio temporales. Esto constituyó múltiples infracciones, confirmadas por la
Superintendencia de Medio Ambiente, la que sancionó a Pelambres en 2014 con
más de 1.200 millones de pesos (2.595 UTM), ya que “incumple gravemente las
medidas para eliminar o minimizar los efectos adversos de un proyecto o
actividad, de acuerdo a lo previsto en la respectiva Resolución de Calificación
Ambiental”.
Nuevo museo, nuevas infracciones
En septiembre del 2018, Minera Los Pelambres comenzó la construcción de un
museo de conservación en La Serena donde, se guardarían más de 1.400 cajas
con material arqueológico rescatado.
“Con esto se amplía la red de espacios de conservación e investigación
arqueológica existentes en Chile, a la vez que ponemos en valor el patrimonio
arqueológico de la Provincia de Choapa”, dijo a El Mercurio, Jorge Araneda,
gerente de Asuntos Públicos de Los Pelambres.
Este museo está a 300 kilómetros de Monte Aranda, el lugar original donde debía
hacerse el parque y el museo para los petroglifos, lo que contradice el compromiso
frente a la Corema.
El problema estriba en que este museo está a 300 kilómetros de Monte Aranda, el
lugar original donde debía hacerse el parque y el museo para los petroglifos, lo
que contradice el compromiso frente a la Corema y por el cual se autorizó la
edificación del tranque El Mauro.
La confirmación de que existen más de mil cajas con petroglifos que no están en
Monte Aranda y que se trasladarán a La Serena, pone nuevamente en evidencia
las contradicciones de la minera. ¿Dónde están guardadas las piezas
arqueológicas que pretenden trasladar?
Unos 300 kilómetros más lejos, en El Mauro, Cristián Flores, vocero de la
comunidad maurina, manifiesta su dolor por la pérdida, saqueo y desalojo sufrido
por los habitantes del sector. “Lo que hizo Minera Los Pelambres con nosotros en
El Mauro fue un atropello tremendo. Desarraigarnos, quitarnos toda nuestra
cultura, nuestra historia. La gente que hizo esos petroglifos, que dejó esas cartas
abiertas en las piedras fueron nuestros antepasados”, dice.
Durante varias semanas INTERFERENCIA trató de contactarse con la compañía
minera para obtener su visión de estos hechos. Nunca obtuvimos respuesta.